Este es el segundo caso del inspector Carvalho, y este es el primer libro que leo del gran Vázquez Montalbán.
La verdad es que el caso en sí, es bastante flojo, no es nada espectacular, ni tan siquiera recuerdo muy bien sobre qué iba. Pero creo que lo más importante, al menos para mí, es el personaje, Carvalho, quizá esa fué la intención del autor al escribir las primeras novelas de Carvalho, puede que a lo largo de la serie los casos tomen más peso, pero a mí a menudo me gusta más que se profundice en el personaje, su vida, su carácter, que en los casos que investiga.
Siendo yo natural de Barcelona, pues me gusta que Carvalho sea barcelonés, de padres gallegos, y que de vez en cuando se nombre calles o lugares que yo bien conozco.
Carvalho es un hombre cercano a los cuarenta, soltero y sin compromiso, que mantiene una relación más o menos regular con Charo, aunque cada uno vive en su casa, ella en el Raval, y él en Vallvidrera, que está al norte de Barcelona, en la montaña.
Carvalho es un sibarita, a quien le encanta disfrutar de una buena mesa y un buen vino, y además, cocina él mismo sus manjares.
Una de sus rarezas, que por otra parte me parece de lo más cómica, es que en pleno mes de julio, es capaz de encender la chimenea de su casa, y quedarse en camiseta y calzoncillos, para tener un ambiente de calidez y comodidad. Sobra decir que en Barcelona la temperatura media del mes de julio suele rondar los 29 grados, con un alto porcentaje de humedad.
No descarto continuar con la serie que consta de al menos seis o siete novelas más, ya veremos.
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