Yo ya era fan de Michael Caine desde hace mucho tiempo, pero es que ahora aún más, con cada nueva película que veo, ya sea nueva o de cuando era más joven, siempre me gana.
Se podría pensar que por el título en inglés, es la típica historia de hombre mayor que se enamora locamente de una chica treinta o cuarenta años menor que él, y las miradas y los prejuicios que tienen que ir superando, bueno pues, casi pero no. Va más allá del cliché, más allá de la apariencia física, se adentra en el proceso de madurar, de hacerse mayor, de encontrar el amor de tu vida, y adaptarte a la voluntad de esa persona, aunque tú ya en realidad eres feliz con ella y nada más necesitas.
Mr. Morgan, Matthew (Michael Caine), se ha quedado viudo, después de más de cuarenta años de matrimonio, y además de tener que afrontar la soledad, lo hace en París, donde vivían desde hacía muchos años, mientras que sus hijos y nietos viven en Estados Unidos.
Lo de vivir en París fue porque su esposa, Joan (Jane Alexander), quería alejarse de Estados Unidos y amaba París, y ahí se fueron.
Y un buen día, en el autobús, se encuentra con Pauline (Clémence Poésy), y es ahí el comienzo de una bonita amistad. Con ella, con Pauline, Matthew volverá a sentir momentos felices, aunque él sabe perfectamente que son transitorios, porque en el fondo de su ser sabe que su esposa es inolvidable, que su recuerdo siempre está ahí presente.
También están los hijos de Matthew y Jane, un chico Miles (Justin Kirk) y Karen (Gillian Anderson), que acuden a París tras el fallecimiento de su madre. Se podria decir que se han convertido en dos personas en constante estrés, superficialidad y muchos prejuicios, en cuanto conocen a Pauline.
Matthew nunca quiso tener hijos, no los necesitaba, con su querida esposa Jane ya tenía suficiente, ya era feliz, pero Jane se empeñó y él cedió y tuvieron dos hijos, y él intentó ser un buen padre.
Mírenla, puede que les guste tanto como a mí.
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