viernes, 25 de enero de 2013

Almas grises - Philippe Claudel





Cogí el libro al azar, estaba un poco indecisa, no sabía qué leer, últimamente me pasa bastante entre tanta lectura pendiente, y al final valió la pena elegir esta novela.

Almas grises nos sitúa en medio de la Gran Guerra, 1917, en un pueblecito cuyo nombre el autor no desvela en ningún momento, sólo sabemos que empieza por la letra V, y yo intuyo que por lo que indica debe de estar al noreste de Francia, cercano a la frontera, pero esto solo es una suposición mía.

En un primer momento, como una típica novela de crimen y misterio, parece que vamos a leer como se resuelve un asesinato, el de uno de los habitantes del pueblo, su cuerpo sin vida aparece cerca del río en pleno invierno. El narrador, cuyo nombre tampoco se desvela durante toda la lectura y de quien solo podemos adivinar su profesión por las pistas que nos va dando, comenzará hablando de este asesinato, para luego ir desviándose, y hablarnos de muchos otros personajes. 

Al principio parece desconcertante, ya que el Caso -que es como lo llaman sus habitantes- quedará aparcado durante muchas páginas. Pero una vez que comienza a hablar de los personajes, consigue sumergirte en ese ambiente, un entorno opresivo, lleno de silencios, y muchos secretos, en definitiva muchas almas grises, que te hace querer saber más de ellos y casi olvidar el crimen.

Comencemos por el Fiscal, su nombre es Destinat. Un hombre solitario, que hace cumplir la ley a rajatabla, que vive solo en una gran casa junto a unas cuantas personas que trabajan a su servicio. Destinat, es un hombre rodeado de soledad, se quedó viudo al poco tiempo de casarse, y parece que nunca fué capaz de sobreponerse. Su vida da un giro, cuando acepta alquilar la casita que tiene en su jardín a la nueva maestra de la escuela, Lysia, una mujer joven y alegre, que es aceptada unánimamente por todos los habitantes, especialmente sus estudiantes, también ella transmite esa sensación de soledad.

Hay muchísimos más personajes, unos más importantes que otros, como es lógico, y aunque pensaba que me liaría, no ha sido así, cada uno está en su sitio.

El narrador nos va presentando todas las piezas de un puzzle, en el que finalmente todo encaja. Lo que parecía situaciones inconexas van cobrando sentido a medida que se avanza en la lectura.

Philippe Claudel consigue llevarnos casi de la mano por el pueblo, presentarnos a sus habitantes y entrar en sus casas, y a pesar de los saltos temporales, -vamos a 1917, retrocedemos hasta 1914, volvemos a 1915, y más tarde a 1921, etc.- podemos seguir claramente los movimientos de todos y cada uno de ellos. El final me ha resultado impactante, no me esperaba algunas confesiones del narrador, y aún así, creo que es el final perfecto. 

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